“ Me acaba de preguntar , alguien anónimo de la calle, si estoy tomando algo para mis temblores.
Debo tener más tics y yo no me noto nada.
Dice la ciencia médica que no hay enfermedades sino enfermos, o sea, personas enfermas. A veces me pregunto, si yo no me siento enfermo, ¿por qué la sociedad quiere hacerme pasar por enfermo? Porque yo hago las cosas moviéndome y ellos de otro modo?
Qué empeño en separarme, en hacerme distinto…»
Roxana Apollonio
Es A. L. A. ,60 años, profesional, de lo mejor en lo suyo, dinámico, apasionado, reflexivo y de mirada divergente. Se mueve, tiene Síndrome de Tourette. Otros no se mueven y posiblemente no disfruten (o sí) de la vida. Estos otros, a lo mejor no son reflexivos o sí, posiblemente sean profesionales, o no. Pero nadie los detiene en la calle para preguntarles si están tomando algo para su rigidez mental o por qué no fueron a la universidad.
Convivir toda una vida con la incomprensión crónica, ciega, ácida de la sociedad que siempre quiere compartimentar para posicionarse del lado «yo estoy bien, tú estás mal», puede generar abatimiento, bronca, incomprensión. Sentimientos desagradables, sí, pero también dotados de una sana rebeldía que lucha por reivindicar un lugar, donde las marcas en los cuerpos estén repartidas para todos o para ninguno. Porque en tanto sea sólo para algunos, será para discriminar. Diversidad, claro que sí, pero diversidad para todos. Si marcamos “al diverso”, simplemente estaremos haciendo una discriminación o una segregación más. “Es que es diferente”…uff…! Acaso tú estás repetido en algún lado? Claro que es diferente, como tú y como yo.