Solemos escuchar que existen estos tipos de terapias para los tics, y muchas veces no tenemos muy claro en qué consisten. A continuación te lo explicamos. Son abordajes psicológicos basados en los principios cognitivo-conductuales, muy protocolizados, llevados a cabo por psicólogos especialistas en tics y en síndrome de Tourette.
Tanto la reversión del hábito, como la intervención global para tics y la exposición y prevención de respuesta, son enfoques terapéuticos ampliamente utilizados en el tratamiento de los trastornos de tics, particularmente el trastorno de la Tourette. Aunque estos abordajes comparten el objetivo común de reducir la gravedad y la frecuencia de los tics en los pacientes, difieren en sus enfoques y técnicas específicas.
La reversión del hábito (TRH)
La terapia de reversión del hábito es un enfoque psicológico que se centra en identificar las sensaciones corporales previas a los tics para ayudar al paciente a desarrollar estrategias de afrontamiento alternativas. A través de la conciencia y el entrenamiento en respuesta, los pacientes aprenden a reconocer las señales corporales que preceden a los tics y a utilizar técnicas de reversión del hábito para interrumpir el patrón de comportamiento automatizado. La TRH se basa en la premisa de que los tics funcionan como «conductas» que pueden ser modificadas a través de la práctica deliberada. Incluye técnicas de relajación y de refuerzo positivo. De esta manera, se enfoca en ayudar a los pacientes a reconocer las sensaciones somáticas previas a los tics y a reemplazar los tics con respuestas motoras y vocales voluntarias incompatibles. A través de la práctica repetida y el refuerzo positivo, los pacientes aprenden a regular más conscientemente sus tics y a reducir su impacto en la vida diaria.
La intervención global para tics (CBIT)
Por otro lado, la CBIT es una forma especializada de terapia cognitivo – conductual que combina varios componentes, incluye la reversión del hábito, la relajación, el análisis funcional del contexto en el que los tics tienen lugar, así como también, técnicas de reestructuración cognitiva. La CBIT ha sido desarrollada específicamente para tratar los tics, lo que la hace más especializada y enfocada en comparación con la TRH, que puede aplicarse a una variedad de trastornos de comportamiento.
En el análisis funcional de contexto se analiza qué factores están influyendo para que los tics aumenten o disminuyan y se van realizando reajustes en el entorno del hogar, educativo o laboral. Se busca identificar los factores antecedentes (estímulos que preceden al tic), los factores consecuentes (consecuencias que siguen al tic) y los factores que pueden estar manteniendo los tics a lo largo del tiempo. Al comprender cómo el contexto influye en la ocurrencia de los tics, los terapeutas pueden diseñar intervenciones específicas para ayudar a los pacientes a manejar y reducir sus síntomas.
La reestructuración cognitiva se centra en trabajar los pensamientos y distorsiones cognitivas que acompañan la realización de los tics y que pueden llevar al individuo a exacerbarlos.
Las técnicas de relajación en la terapia CBIT,, además de la relajación muscular progresiva, también sugieren la práctica de técnicas mindfulnes específicas para la regulación de los tics. Estas prácticas ayudan a las personas afectadas a aumentar su conciencia corporal y mental, lo que a su vez les permite identificar de manera más eficaz las sensaciones físicas y emocionales que preceden a la aparición de los tics. Al ser conscientes de estos procesos, los individuos pueden aprender a responder de manera más adaptativa a las señales que desencadenan los tics, lo que disminuye su frecuencia e intensidad.
La terapia de exposición y prevención de respuesta (EPR)
La terapia de exposición y prevención de respuesta (TEPR) es un enfoque cognitivo-conductual altamente efectivo en el tratamiento de trastornos del espectro obsesivo-compulsivo, y su aplicación se ha extendido a otros trastornos relacionados, como el trastorno de tics.
La TEPR se basa en el principio de la habituación, que consiste en exponer gradualmente a la persona a las situaciones que desencadenan los tics y enseñarles estrategias para resistir la urgencia de llevar a cabo la respuesta compulsiva (es decir, el tic en sí). A través de la exposición repetida y prolongada a los estímulos desencadenantes, se busca disminuir la ansiedad asociada con la aparición del tic y, en última instancia, reducir su ocurrencia.
Un componente clave de la TEPR es la prevención de respuesta, que implica que la persona aprenda a reconocer las sensaciones físicas que preceden a un tic y a retrasar o modificar la respuesta automática asociada con él. Al enseñar a la persona a resistir la realización del tic, se interrumpe el ciclo de reforzamiento que mantiene la conducta y se promueve la adquisición de un mayor control sobre los tics.
Además de la habituación y la prevención de respuesta, la TEPR a menudo incluye el entrenamiento en técnicas de relajación y manejo del estrés, así como la reestructuración cognitiva para abordar las creencias irracionales asociadas con los tics. Estas intervenciones complementarias ayudan a fortalecer las habilidades de afrontamiento de la persona y a reducir la angustia emocional relacionada con los tics.
Es importante que estos tratamientos sean llevados a cabo por psicólogos que estén formados y conozcan en profundidad los trastornos de tics y del neurodesarrollo. Si eres psicólogo y te interesa formarte en estas terapias, desde Acovastta te recomendamos esta formación
Referencias:
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- Apollonio. R: Curso de Especialización en Síndrome de Tourette y Trastorno de Tics Diagnóstico y abordaje cognitivo conductual – CBIT – Mindfulness.
