Qué hacer cuando la escuela no protege
Por Roxana Apollonio – Coordinadora terapéutica de Acovastta.
Publicado en el mes de concienciación del Síndrome de Tourette
El acoso escolar y Tourette forman una combinación dolorosa que muchas familias en España enfrentan sin guía suficiente. En lugar de ser un espacio seguro, muchas escuelas se convierten en lugares de sufrimiento para niños con tics, ansiedad, TDAH o autismo.
La relación entre el acoso escolar y Tourette está ampliamente documentada en la literatura científica. Los niños, niñas y adolescentes con Tourette suelen tener una mayor probabilidad de ser víctimas de bullying escolar debido a:
- La visibilidad de los tics, que pueden llamar la atención o ser malinterpretados
- La desinformación sobre el trastorno entre docentes, compañeros e incluso familias
- Las comorbilidades frecuentes como la ansiedad, el TDAH o el TOC, que pueden dificultar la regulación emocional y las relaciones sociales
Estudios recientes indican que entre el 21 y el 26 % de los niños con Tourette sufren algún tipo de acoso escolar a lo largo de su etapa educativa (Conelea & Woods, 2008; Evans et al., 2021).
¿Qué consecuencias tiene el bullying en niños con Tourette?
Cuando no se actúa a tiempo, el acoso escolar en niños con Tourette puede tener consecuencias graves tanto en el plano emocional como neurológico:
1. Aumento de los tics:
El estrés, el miedo y la exposición constante a entornos hostiles agravan los tics motores y fónicos, haciéndolos más intensos y frecuentes. Esto a su vez aumenta la sensación de inseguridad y retroalimenta el malestar.
2. Descompensación de las comorbilidades
El síndrome de Tourette suele ir acompañado de otros diagnósticos, como:
- Trastorno de ansiedad generalizada
- Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
- TDAH
- Depresión infantil o síntomas depresivos
- Dificultades de regulación emocional
El acoso escolar puede activar o agravar estas comorbilidades, desencadenando crisis emocionales, retraimiento social, irritabilidad, fobia escolar o incluso ideación suicida en casos severos.
3. Deterioro de la autoestima y de la salud mental
Los niños comienzan a desarrollar una autoimagen negativa, sintiéndose defectuosos, culpables o “raros”. Esto tiene efectos duraderos en su identidad y bienestar psicológico.
4. Conductas evitativas y desconexión del entorno
Es frecuente que, ante el miedo o el sufrimiento, los menores desarrollen conductas de evitación: no querer ir al colegio, presentar síntomas físicos recurrentes (dolor de barriga, vómitos), insomnio o crisis antes de salir de casa. En algunos casos, se requiere educación domiciliaria o cambio de centro.
Desde Acovastta acompañamos a familias que ven cómo sus hijos se enfrentan a la incomprensión, el bullying escolar y la falta de adaptación. Algunas se ven forzadas a retirar a sus hijos del sistema por motivos de salud mental, a falta de alternativas reales desde el centro educativo.
“Tuvimos que sacarlo del colegio. No podía más.”
Comentarios como éste, lo escuchamos con frecuencia
“A veces, tras muchos intentos de diálogo con el colegio, como familia observamos cómo nuestro hijo vuelve cada día más afectado: con insomnio, ansiedad, pérdida de apetito. Y entonces, más que una decisión educativa, retirar al niño se convierte en una medida de supervivencia y de protección emocional.”
Estas decisiones, lejos de ser impulsivas, responden a meses o años de maltrato escolar, tics agravados, ansiedad, ataques de pánico o regresiones. Cuando no se actúa a tiempo, el impacto emocional puede ser profundo y duradero.
Detrás de esta frase hay informes médicos, correos con centros escolares, derivaciones a inspección, y un camino lleno de puertas cerradas. Algunas familias acumulan más de 100 páginas de documentación sin obtener respuesta efectiva. Otras relatan hospitalizaciones por crisis de ansiedad provocadas por el ambiente escolar.
Muchas veces, cuando un alumno con tics, ansiedad o dificultades sociales es excluido por sus pares o señalado por sus docentes, se responsabiliza a la propia condición neurológica del niño. Se patologiza su diferencia en lugar de adaptar el entorno.
Desde la vivencia de las familias, esto es devastador. Nos lo dicen con palabras duras pero reales:
“Nuestros hijos no pueden ir al colegio como si fueran a un castigo diario. La escuela debería cuidar, no destruir.”
Y lo más grave: muchas veces, la situación se minimiza. Se interpreta como un problema puntual, como una exageración de los padres o como una falta de esfuerzo por parte del menor. Pero no se trata de un caso aislado: es un patrón que se repite.
Y mientras tanto, los menores se sienten cada vez más solos, más diferentes, más incomprendidos.
¿Cómo saber si mi hijo está sufriendo acoso escolar?
La relación entre acoso escolar y Tourette suele pasar desapercibida. El menor con tics es muchas veces ridiculizado, aislado o provocado. Algunas señales de alerta:
- Llanto antes de ir al colegio
- Dolores de cabeza o tripa sin causa médica
- Cambios en el comportamiento: agresividad, retraimiento, regresión
- Dificultad para dormir o pesadillas
- Aumento de los tics en casa o en el colegio
¿Qué deben hacer las familias ante una sospecha de acoso escolar?
Aquí te explicamos paso a paso cómo proceder si sospechas bullying escolar en niños con Tourette:
1. Escucha y registra
Valida su experiencia sin forzar. Anota frases textuales y cambios de comportamiento.
2. Informa al colegio por escrito
Envía un correo al tutor y a la dirección solicitando una reunión urgente y la activación del protocolo de acoso escolar. Esta solicitud debe quedar registrada.
3. Solicita medidas de protección
Puedes pedir:
- Separación de agresores
- Supervisión reforzada en recreos
- Seguimiento por parte del equipo de orientación
4. Contacta con Inspección Educativa
Si el colegio no responde o no aplica el protocolo, comunícalo directamente a Inspección. Adjunta la documentación previa.
5. Apóyate en un profesional de salud mental
Un informe psicológico o psiquiátrico puede ayudar a justificar medidas como el cambio de centro, la baja médica o la educación domiciliaria.
Guía completa: Cómo actuar ante el acoso escolar
El estrés y su impacto en los tics y en el síndrome de Tourette
¿Qué alternativas existen cuando la escuela tradicional no funciona?
Cuando el acoso escolar y la falta de respuesta del centro afectan la salud del menor notoriamente, es necesario explorar otras opciones educativas:
1. Educación domiciliaria:
Disponible en todas las comunidades autónomas con prescripción médica o psicológica.
🔗 Educación domiciliaria en la Comunidad Valenciana
2. Educación hospitalaria
Se activa en casos de ingreso hospitalario prolongado.
3. Cambio de centro educativo
Puede solicitarse por razones emocionales y de protección, con informes que lo avalen.
4. Plataformas online de apoyo
GoStudent, Smartick y otras plataformas pueden ser un complemento si no hay otra alternativa a corto plazo y tiene que permanecer un tiempo en casa por baja médica.
5. Homeschooling
No está legalmente regulado, pero algunas familias lo eligen como solución temporal con asesoramiento legal.
6. Aulas específicas o centros con recursos
Como las UET (Unidad Educativa Terapéutica), aulas TEA, o Centros de Educación Especial
7. Solicitar una adaptación curricular significativa
Aunque poco habitual, algunas familias consiguen que el centro adapte significativamente los contenidos, horarios o formas de evaluación. Esta medida permite que el alumno mantenga su vínculo con el sistema educativo, pero con menor exigencia y presión. Útil cuando no se consigue educación domiciliaria, pero se necesita aliviar la carga escolar.
8. Diseñar un Plan de Apoyo Educativo Personalizado (PAEP) fuera del centro
Algunos equipos externos (psicólogos, pedagogos, terapeutas) colaboran con la familia para diseñar un plan de aprendizaje alternativo, con seguimiento, estructura y evaluación por módulos o por competencias. Puede ser una forma de sostener la escolarización emocionalmente viable mientras se gestiona un cambio estructural.
9. Articular acuerdos con centros educativos alternativos o más flexibles
Algunas escuelas pequeñas, cooperativas o con pedagogías activas (Montessori, Waldorf, Reggio Emilia) son más receptivas a la inclusión real. Aunque no siempre están financiadas públicamente, permiten un abordaje más personalizado y respetuoso del neurodesarrollo. Puede implicar un cambio de filosofía educativa, pero mejora la calidad de vida del niño.
10. Establecer un periodo de “desescolarización temporal guiada”
No está regulado, pero algunas familias acuerdan con el centro una “pausa educativa” (de semanas o meses) en la que el niño no asiste al aula pero sí recibe propuestas educativas desde casa, tutorías online o sesiones presenciales puntuales. Esta opción suele usarse tras situaciones de crisis o trauma escolar.
11. Activar recursos desde servicios sociales o salud mental comunitaria
En casos graves de vulnerabilidad (acoso prolongado, ideación suicida, violencia institucional), servicios sociales o salud mental pueden intervenir para:
- Solicitar medidas excepcionales
- Informar a fiscalía de menores
- Acompañar a la familia en la exigencia de derechos educativos vulnerados
Esta vía requiere asesoramiento, pero puede generar un cambio sistémico en casos críticos.
12. Promover procesos restaurativos con la comunidad escolar
En algunos territorios se han implementado proyectos piloto de justicia restaurativa escolar, donde se trabaja con víctima, agresores y comunidad educativa para reparar el daño, no solo castigar. Es valioso cuando la familia desea continuar en el centro, pero exige reparación simbólica y concreta.
13. Solicitar la intervención del defensor del menor o defensor del pueblo
Si la administración no responde, las familias pueden acudir a defensores institucionales que revisan vulneraciones de derechos en infancia y educación. La queja debe estar documentada, y puede abrir una vía de presión institucional.
14. Sumarse a colectivos de incidencia política o legal
Hay grupos de familias que, más allá de lo individual, promueven cambios normativos (como la legalización del homeschooling, protocolos inclusivos, legislación contra el acoso, etc.). Participar activa o simbólicamente puede empoderar y crear red. Transformar la experiencia de dolor en motor de cambio colectivo.
Consejos para familias que atraviesan esta situación
1. No minimices lo que cuenta tu hijo.
2. Deja siempre constancia por escrito.
3. Exige la activación del protocolo.
4. Busca acompañamiento especializado.Une fuerzas con otras familias. No estás sola/o.
Visibilizar, proteger y transformar
El acoso escolar a niños con Tourette no es un problema puntual: es estructural. Y requiere que todas las partes —familia, escuela, administración y sociedad— asuman su parte.
Desde Acovastta seguiremos informando, acompañando y defendiendo los derechos de los menores neurodivergentes. Porque la educación debe cuidar, no dañar.
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